Internet se ha convertido en la herramienta perfecta para dar a conocer a artistas o autores de obras literarias, fotográficas, etc. El problema es que es una herramienta tan buena para difundir información, como tan mala para permitir que cualquier usuario de internet pueda acceder a ese contenido, descargárselo y hacer un uso no autorizado por el autor de la obra en cuestión de segundos.
Por ejemplo, en el caso de las imágenes o fotografías, los autores de dichas imágenes se ven en la tesitura de tener que elegir entre no difundir sus imágenes por internet y reservarlas para mostrarlas a un pequeño círculo o en una galería (donde, dicho sea de paso, nadie garantiza que los clientes hagan foto de la foto y la cuelguen en internet) o difundirlas a través de internet y darse a conocer, con los peligros del posible (casi seguro) uso de la imagen sin su consentimiento que ello conlleva.